Integral de Peuterey

Los veranos de un Guía de montaña que trabaja en los Alpes, son, para ser sincero, muy intensos… necesitamos, y creo que puedo generalizar, una pequeña válvula de escape que nos haga seguir motivados para afrontar el día a día con la sonrisa que todos los clientes se merecen.
Mi oportunidad llego a principios de Julio, cuando Lluc me comentó que tiene unos días libres y a mi, aunque un poco apretado, entre programa Mont Blanc y programa Mont Blanc me encaja perfecto.
Lluc y yo, no necesitamos hablar demasiado de planes o sobre lo que vamos a hacer… hemos escalado juntos bastantes vías en Pirineos y Alpes y sabemos las virtudes y debilidades de cada uno…me encanta esta complicidad con un compañero. Como siempre, tiene sus partes positivas y negativas; uno siempre confía en que el otro habrá estudiado, preparado y memorizado la ascensión a conciencia… Reseñas, datos importantes de la vía, perdedores rapeles, posibles escapes… La realidad nunca está más lejos... ninguno mira nada y todo se acaba solucionando sobre la marcha, o eso esperamos… ;-)
Nuestra “integral” tenía que ser ligera y rápida… jejeje…
Era un bonito sueño para los dos. Una de las aristas más largas y famosas de los Alpes, 4000mts de desnivel y no se cuantos kilometros de recorrido, un "viaje Alpino" que tantas veces haviamos admirado tomándonos una cerveza en el refugio Torino.
La aproximación a media tarde, con Ferrata incluida, al pie de la famosa Aiguille Noire, es simplemente espectacular. La opción de dormir en el refugio Borelli, como se suele hacer, no nos convencía, así que optamos por vivaquear en la morrena debajo de la pared. El concepto de “ligeros” que habíamos acordado el día antes… ya empezaba a torcerse, Jetboil, saco fino, comida para tres días, etc…
Habiendo controlado la entrada a la vía, nos echamos a dormir bajo un mar de estrellas.
Suena el despertador y como robots sincronizados recogemos todo y en media hora estamos listos para escalar a la luz de los frontales.
Conozco los primeros largos de un intento anterior fallido, así que con 15kg en la espalda y con pies de gato, nos movemos rápidos escalando al ensable.
La última vez que estuve aquí, escalé con bota “gorda” ya que chispeaba y la pared estaba mojada, en esa ocasión estos largos me parecieron difíciles, perdedores y horrorosos, pero hoy, el pequeño mundo que ilumina mi frontal, me seduce y me da energía para ganar metros con velocidad.
A media mañana, hemos escalado más de media pared. Nos relevamos cuando el escaso material que llevamos se nos termina y la imaginación no da para más…
Lluc escala con soltura los largos de 5º "Alpino", nada sencillos ¡ese es mi chico! Yo le sigo a tope.
Escalamos y rapelamos las puntas, Welzenbach, Brendel, Bich…. Y antes de las cinco de la tarde estamos en la cima de la Noire a 3772m.
Nos abrazamos y saludamos a la Madona (Virgen) que preside el panorama. Yo no puedo dejar de pensar desde hace horas en los rapeles que nos esperan a continuación para descender de la cima… La cara Norte quita el hipo… Más de 500m de pared que tienen que ser rapelados hasta la famosa brecha de las Damas Inglesas, donde se encuentra nuestro punto de descanso, el vivac Craveri.
Como era de esperar, la bajada se hace muy muy larga… nos adentramos en una especie de túnel del tiempo donde los rapeles se suceden y las horas pasan volando mientras buscamos los mejores descuelgues al abrigo de la caída de piedras y agua. Seis horas más tarde… estamos de nuevo escalando entre enormes torres un corredor de nieve que conduce al deseado vivac, son las 12 de la noche…
El Craveri, es un poco más espacioso que un ataúd. Devoramos con desgana un liofilizado y a la caja…
El despertador suena a las 4 de la mañana. Han sido 3 magníficas horas de sueño… sin comentarios…
Con las primeras luces empezamos de nuevo. Es como no haber parado de escalar, pero estamos motivadísimos! Eso si que lo tenemos, jeje… hoy escalaremos con la bota de alpinismo, el consuelo es que llevaremos menos peso en la mochila.
Tengo claro que quiero dormir esta noche en casa, así que nos queda mucho trabajo por hacer. Escalamos y escalamos, esto no tiene fin. Leemos el terreno buscando el itinerario más lógico entre corredores y espolones de granito. La Aiguille Blanche cada vez está más cerca, pero el Mont Blanc cada vez parece más lejos… tengo la sensación de ser el burro que persigue la zanahoria…
¡Hace calor! Al llegar a la Blanche, la nieve ya ha transformado… blanda, Inconsistente… no mola nada hacer equilibrios sobre estas aristas de nieve, así que todavía hay que apresurarse más si cabe.
Después de unos rapeles hasta el plató de Freney, sabemos que la subida al collado de Peuterey será complicada. El corredor de acceso habitual, esta descarnado y los enormes bloques de granito que se desprenden por la “Canicule” de estos días, caen por su interior como misiles en una batalla… así que, escalamos el espolón lateral derecho que está muy descompuesto, pero es la mejor solución.
La última parte, recorre la arista de nieve de Peuterey. Nos hundimos hasta la cadera en algunos tramos, pero nos sentimos seguros, es como estar nadando entre olas, braceamos entre nieve primavera a casi 4700m.
El Mont Blanc de Courmayeur nos da la bienvenida a las cinco de la tarde, para mi es como ya estar en casa, salvado, la cima del MB queda a solo media hora de marcha.
Son las siete de la tarde, la cima del techo de los Alpes está desértica, estamos solos y me alegro de ello, es un momento perfecto, no lo querría diferente por nada.
La bajada se hace larga, son más de dos mil quinientos metros de desnivel hasta la estación de tren de Nid d’Aigle, donde haremos nuestro último vivac.
Actividad se realizó durante la primera semana de Julio del 2015
Lluc Ros ( Guía de montaña UIAGM )
David Pujol ( Guía de montaña UIAGM )